EL JUEGO SABROSO DE LA OTRA
PIRINOLA
Cuento corto
Un día bajando el sol por la
ladera de la tarde, estando en un parque,
sentado en un banquillo con mi novia le dije emocionado si quería jugar
Perinolas.
Ella me quedo viendo con los
ojos como platos, abrió la boquita dulce de par en par y se quedó de medio
cuarto, congelada y sorprendida sin saber qué hacer, se puso roja hasta la
coronilla y cerro las piernas como dos puertas pesadas, las apretó durísimo como
si le hubiese entrado de súbito un viento frío entre su exquisito monte de
venus..
¡Dios mío que hice! mascullé entre dientes, y de repente me jaló con
fuerzas que casi me atropella, me abrazó de tal manera que casi me asfixia, me entregó
su boca y su lengua en manera tan profunda y apasionada que me succiono el corazón completo, hasta dejarme el alma entre huesos, luego
me soltó y mirándome fijamente sin pestañear me dijo dulzona y picara.
¡Pensé que nunca me lo ibas a
pedir idiota, yo quemándome por dentro como un fogón y tú como un pedazo de rococó a la antigua! Guardando ese juguete colgado como un pedazo de carne inútil y desperdiciando el tiempo.
¿Qué está pasando? Me pregunté
en mis adentros y ella como histérica halándome por el brazo me llevo
apresurada a su casa.
Por el camino pasaron miles de
pensamientos por mi cabeza perturbada y no salía de mi desconcierto, hasta que
logré entender cada detalle del decir desbocado de mi novia. Comprendí alucinado la
situación y en un descuido sin que lo notara, me saqué la pirinola que llevaba en uno de
mis bolsillos traseros y la bote hacia los arbustos más cercanos.
Imaginé lo que se avecinaba, jamás pensé el desenlace que traería el pedirle que jugara conmigo la perinola. Mi novia entendió a su modo y yo un oportunista aproveché una oportunidad que me caía de viento en popa.
Imaginé lo que se avecinaba, jamás pensé el desenlace que traería el pedirle que jugara conmigo la perinola. Mi novia entendió a su modo y yo un oportunista aproveché una oportunidad que me caía de viento en popa.
En su habitación jugamos al
juego de su perinola...