LA CARNE DE LA MUJER
Y QUE SABE A FLORES, ESO LO VOCIFERO EL COMEGENTE DEL TACHIRA CUANDO ERA
ENTREVISTADO EN UN MEDIO TELEVISIVO, PERO QUE PAVADA, ESTA EQUIVOCADO.
El sabor de la piel
de una hembra siempre sabe a perfume, ¿o a flores? sin embargo, su entorno
codiciado es salado y su fragancia particular es acompañada por un secado
paulatino que se humecta por la sudoración de la piel, la superficie de la piel fémina esta compuesta por una textura muy suave al tacto dactilar. Su dermis y epidermis cuentan con un sistema de evaporación tardía que no permite el resquebrajamiento o muerte de súbito de su tersura. El aroma natural de la piel y de la esencia perfumada usada para cautivar, aturden fusionados las sensaciones del olfato del varón.
Con razón Dorangel
Vargas, el Comegente o caníbal del Tachira de Venezuela, dijo en una entrevista
realizada por un medio Televisivo, que las mujeres no eran de su gusto
aperitivo, pues sabía a flores, y tiene razón el fenómeno antropófago por el
caso siguiente: existen perfumes que se adhieren tan fuerte a la piel humana que
aún después de la persona ducharse varias veces, este continua plegado al cuero como una segunda dermis olorosa.
Quizás una vez en su cacería humana el orate caníbal atrapo, secuestro, asesino, y cocinó a una mujer, cuya se había embadurnado con
un perfume de fuerte aroma. Existen olores que penetran como el detergente, se
incrustan hasta lo más profundo de los poros de la carne y se estacionan allí,
como un hueste o inquilino duro de desalojar.
En cierta ocasión
compré un pollo beneficiado y por un error, el auxiliar de caja empaquetó en
una de las bolsas, el detergente con el pollo.
Aquello fue una
hecatombe, cuando prepararon el guiso con aquella carne envenenada con la
fragancia del detergente, no la pude comer, el sabor penetrante del detergente
la hizo incomestible a pesar de su lavado con limón, la ingesta de condimentos
y del agregado de aliños.
Existen otras
líquidos que dañan el buen sabor de la carne: la gasolina, el queroseno, la
trementina, desinfectantes y el carburo que se usa para madurar algunas frutas.
El carburo es tan penetrante que le confiere un sabor desagradable a los
cambures.
Para darle gusto a
la carne existen otros añadidos que la hacen exquisita y apetitosa, son tan
penetrantes como el perfume de las damas, tales como: el ajo, la cebolla,
menta, especias, silantro entre docenas más.
La carne de la mujer
es muy sensible al tacto, posee un sistema nervioso incontrolable, sedoso,
único y como una carne delicada es propensa a almacenar grandes cantidades de
aromas que entran a diario por los poros de su piel: cremas humectantes,
protectores solares, protectores contra bichos, agua de colonia, perfumes,
ungüentos, depiladores, cremas para embellecer, limpiar, quitar arrugas,
pintura de labios, brillos, aguas refrescantes, leches limpiadoras, mascarillas
y otros tipo de inmundicias y delicadeces para mejorar la tersura de la piel.
De seguro esa fue la
fobia que sintió Dorancel Vargas por la carne femenina, localizó en su perverso
camino como lo describí con anterioridad a una mujer de esas que le encantaban
usar perfumes que incendian diez cuadras y media con su olor, la asesino y
cuando la preparó para darse un hartazgo, se llevó un gran chasco de mal gusto
a la boca, aquel banquete sabia a perfume, no a flores como él lo espeto.
A las mujeres las
degusto vivas y las asesino con fuego abrasivo, para devorarlas con incendiada
pasión, así las puedo digerir con exquisitez, de esta manera no me pasa lo
mismo que a Dorancell Vargas, EL COMEGENTE...
Eliad Jhosué
Villarroel
Foto: actriz
Angielina Jolie, a quién admiro en manera grande y profunda, por su belleza,
encanto, ternura, sensualidad fogosa y por su interpretación como Lara Croft.
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