sábado

CUENTOS DE NOCHE DE LUNA LLENA


Autor: Eliad Jhosué Villarroel
Cuento Nº VI
Año: 1999




LA GATA DE OJOS DE LUNA LLENA

Era una noche de luna llena, el paisaje a través de la ventana se notaba nítido y espectral.
Esa noche de luna preñada la gata de mi casa se deslizo con mucha cautela debajo de mi mesa. Me encontraba cenando en solitario en esos instantes, el característico y noble olor de la cena se fugaba mas allá de las ventanas, semi abiertas eran iluminadas tristemente por la hermosa tez del plenilunio, intimidando mi valentía.

En las afueras algunas ratas se paseaban orondas y dantescas por el patio alfombrado de hojas secas.

Nunca me di cuenta que esa noche de lobos y de luna llena, la gata de color negro y de ojos como dos perlas amarillas, mantenía como ascuas de fuego sus ojos demasiados dilatados, negros y redondos como dos bocas oscuras, estaban voraces deseando devorarlo todo.

Sin embargo, si pude sentir el suave deslizar de sus uñas afiladas por mis tobillos, pensé que era mis medias seducidas por los hastiosos zancudos pata blanca.

Quizá absorto, hartándome de aquella comida fría Jamás me imagine vivir aquel drama sicodélico que se avecinaba.

De súbito algo sujeto mis piernas, ¡Wuorrr!! C..ño, pegue un grito de espanto y casi me ahogo con un trozo de carne que estaba más dura que un cuero de zapato viejo.

Temblando y sudoroso mis pensamientos corrían a millón y sentí ganas de salir volando por la ventana que se abrían y cerraban sin cesar por el viento aullante y de quimera. su troquelar hacia un ruido fantasmal que me enloquecía alarmante.

¡Ay mamita! Susurre royéndome las uñas...

Cuando decidí por fin ver aquel fantasma debajo de mi mesa ya habían pasado diez minutos de silencio sepulcral, había quedado paralizado.

A medida que fui perdiendo mi innoble cobardía la curiosidad me vencía, me recordé del refrán "La curiosidad mato al gato" XD que me estaba pasando, tenia que haber salido corriendo como los perros cobardes, con el rabo entre las patas.

20 minutos después fui enrollando paulatinamente el mantel púrpura con la enorme curiosidad de mirar lo que me había sujetado las piernas.

¡¡Espantoso!! Logre verla allí, con la boca picudita impulsada hacia el frente, los ojos achinados, brillantes, traslucidos, infernales…

Estaba coquetísima y la lengua a medio salir holgadamente. Me espanté con un susto de muerte cuando me dijo: ¡hazme tuya!...

Grite desaforado con el corazón a punto de salirse donde estaba bien guardado, pegue un saltito sobresaltado reculando paulatino e impresionado le dije aculillado:

¡Zape Gato!

Créanlo que desde ese día ella no me hablo más y yo tampoco.










Hace años que no la veo, pero te juro por mi madre que si la veo le caigo a pedradas…

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