domingo

LA DAMA, LOS HUEVOS Y EL SARTEN VIEJO.



EL REFRÁN DE LA DAMA, LOS HUEVOS Y DEL SARTÉN VIEJO.

Hace unos años atrás escuché un refrán que me hizo casi orinar del impacto, todavía recorre fresca en mi memoria, aquella voz engolada y varonil de un anciano culto de mi pueblo, su refrán interrumpió de súbito nuestro embebecido momento, cuando impresionado mascullo entre dientes aquella trastada. 

Estábamos reunidos en un banco de la plaza Bolívar, justo cuando esperábamos una retreta musical, nos sentíamos felices de aquel día empalagoso y bullanguero, cuyo aprovechábamos para merendarnos algunas frías y bebidas, era el día del Santo Patrón San Juan Bautista, un 24 de junio del 1999.

Todos nos quedamos de una pieza al mirar que una mujer joven y de rasgos aun hermosos y con un cuerpo que estaba para chuparse los dedos, se acercaba melosa, coqueta, tenía puesta una falda que dejaba entrever su alma y una tetas de pechuga anchas, cuales surgían del escote intentando explotar la apretada blusa enmarañada.

Aquella mujer todos sabíamos que tenia 9 hijos, cada uno de un marido distinto, igualmente sus tertulias semanales pues cambiaba de hombre cuando mas le venia en gana, le gustaba incendiarse, quemarse, arrasar con todo varón que encontraba en el pueblo. Su agenda era apretada y sin restricciones.

Recuerdo que los hombres del pueblo, motivados a la voracidad sexual de aquella exquisita mujer se echaban bromas:
- Ya le llevaste la panita de leche
- Llévale comida a tu hijo
- Después que la preñaste la abandonaste.

Sin embargo, ningún varón se hacia responsable de aquellas nueve criaturas, a los niños no se les conocía un padre natural, los hombres que eran culpados de engendrar en el vientre de aquella dama siempre decían rehuyendo la conversación

¡Yo... que va, serias tú!

Muchos se molestaban y se hacían incluso enemigo de aquellos que los señalaran como posible padre de alguno de aquellos infantes no reconocidos.

Cuando aquella bella mujer pasó frente a nosotros, guiño el ojo, saludo exageradamente, lanzó un beso de aire y luego siguió su camino moviendo las caderas con mucho sabor y ritmo. Todos se sonrojaron hasta la raíz de los cabellos, yo sentí que me incendiaba y se me quemaba el rostro por la pena.

Cuando iban a comenzar las bromas y otros a marcharse de aquella concurrencia para no ser "chalequeados", dijo el mas viejo de la reunión.

¡Diablos, esa mujer "HA AGUANTADO MAS HUEVOS QUE UN SARTEN VIEJO"!

Aquello fue hilarante y tan picaresco que esa tarde se convirtió en la tarde de los sartenes viejos.

Desde ese día el refrán quedo en la historia...

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