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SI EL HOMBRE FUERA COMO EL ÁRBOL DEL TACARIGUA EL PLANETA TUVIERA INTERESES DE SALVACIÓN.



SI EL HOMBRE FUERA COMO EL ÁRBOL DEL TACARIGUA
EL PLANETA TUVIERA INTERESES DE SALVACIÓN.
 Eliad Jhosué

El árbol llamado Tacarigua, propio de nuestras regiones cálidas, es de porte alto y su copa extendida nos regala en temporadas una floración blanca acampanada, cuya al estar madura y exponerse a los fuertes radiaciones solares, estallan estrepitosamente, emitiendo un sonido grave y muy particular de su vaina, cuya se parece a una dinamita enjuncada en sus puntas.

La Tacarigua tiende a usar un medio para expandirse y no extinguirse, esto le ha permitido a esta noble planta extenderse en largos territorios, kilómetros tras kilómetros en manera incontenible, su crecimiento se puede observar casi a nivel nacional (En Venezuela).

La Tacarigua usa su única arma de extensión para sobrevivir, un paracaídas suave y aterciopelado que es arrancado por el viento cuando la vaina estalla y se abre, el singular paracaídas traslada la simiente del árbol de Tacarigua, una pequeña semilla, cuya vuela planeando en las alas del viento para llegar tan lejos pueda, la finalidad, no permitir el descenso de su especie, posibilitando su conquista, ampliando y reguardando su territorio mas allá donde sea conveniente.

Cuando una árbol de Tacarigua ve en su alto,  no se siente solo, contempla bullanguero a través de su fresca copa el amplio cielo y su firmamento, extendiendo su suspirar a los cuatros vientos cardinales de la tierra para mirar a sus hermanos en largas ringleras, como soldados acuartelados, listos para continuar la batalla del ciclo de la vida, y sabe muy bien que su territorio está asegurado.

Si el ser humano fuera como el árbol de Tacarigua, tuviéramos asegurado el futuro de la tierra hasta que Dios decida.

Los arboles son el pulmón del mundo, cuídalos, protégelos, ámalos, ellos necesitan de ti y tu de ellos para hacer de la vida un espacio confortable para todos.

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